El punto es que comenten; ustedes saben, queridos: es necesario...

martes, 8 de septiembre de 2009

—La niña se fue para otro lado, algo que ver con el estudio, creo. Y a ese muchacho no se le veía sino leyendo, sí señor…
—Para creer las cosas de estos, ah… No es sino dar las iniciales y ya dizque volando, comprando la felicidad a cuotas.
—Pero algún motivo tendría él para no olvidarla. Eso da qué pensar. Cualquier guiño lo encedió, y a lo mejor estaba seco, con lo fácil que se hace combustión.
—¿Entonces el sol tuvo la culpa? El problema es los dos juntos. El fuego a uno solo lo calienta, pero a dos los calcina, si no se cuidan…
—No, no creo. Esa llama como que nació ya muerta. Sólo sirvió para poder imaginarse cosas. Ni siquiera para cartas, todas terminaban en su boca.
—Qué lástima…
—Quién sabe, se cruzan por ahí y hasta terminan mal.
—Pero, nada que haya empezado con café podría terminar mal.
—No se te olvide el fuego…
—Cuál fuego… Si hay que tenerle miedo a algo es a las serpientes en el cuerpo. Se sienten deslizarse bajo la manga de la camisa, con esas escamas babosas… Pero es porque las sienten que se permiten seguir adelante…
—Los tiempos ya no son los mismos…

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