I’m in the mood for love, pero los demás están desde tiempo atrás tan lejos. Las músicas me vuelven a ellos. Sólo en la música hay esos caprichos de falta de tiempo. Good evening ma’am, how may I help you, el pan está servido y voy en busca del vino, no se preocupe señor, su plato espera mientras hablamos. Todos vuelan conmigo, todos se revuelcan en esta masa de simbólica ternura. Sólo puedo pedirles que no paren de volar, de soñar y de estar engañados; no abandonen nunca la estupidez de las máscaras en las mejillas, no se puede volar sin ellas. Yo nací en un pueblo sin arena, con muchas montañas y muy poca alegría, y otros, como yo, vieron allí la luz. Y un día les oí decir por ahí que levantar la copa del vino hace alegre el camino, entonces viví. Conocí la canción, las copas, y todos gritábamos eboé, conscientes de no poder seguir viviendo sin ellas. Y en el cutis me nació un antifaz. No soy del oficio de los grandes Homeros ni mucho menos poeta, no soy hombre de ambisiones de averno, ni insecto de mierdas memorables; no hago parte de club alguno y nadie conoció mi llanto como referencia, pero ante el espectáculo del cuchillo buscando la carne, la Santa Vida Humana, algo de mí tendrá que salir: ¡eboé!…
El punto es que comenten; ustedes saben, queridos: es necesario...
martes, 8 de septiembre de 2009
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