El punto es que comenten; ustedes saben, queridos: es necesario...

viernes, 30 de octubre de 2015

Vicisitudes de una noche alta y fría



Motivos florales


El colega Esteban lloraba, a dos metros de altura, sentado sobre el bloque derecho de mármol que configura la escultura de Marco Tobón dedicada a Berrío, Pedro, con motivo de Palas.  Al que le duele la muela sabe el dolor.  Luis, el músico, comentaba la fiesta de su casa, la madre prolija y satisfecha y reconocida.  Yo pensaba —al garete— que Marco había sido generoso en esculpir para un pueblo indiferente de la forma.  Cuántos, al ver la cara de Atenea, seguía pensando yo, se preguntarían, de pronto, si Marco se había alimentado mientras le dio cincel al brazo izquierdo entero de la diosa.  O, al sentarse a la placa baja, ante el marco tupido de hojas duras y glaucas, alguno habrá presentido ese cincel… la intención al fondo o detrás dese cincel.  Lo más seguro es que quién sabe.


¿Qué lee Atenea?

Palas sostiene, bajo su mano izquierda, un libro encuadernado, cuyo título…  Debajo está lo que parece un folleto o libreta.  Cuarentaicinco grados verticales, arriba, Pedro Justo Berrío, con paquete parecido, el jurista, el menos importante en esta historia.  ¿Qué leía Atenea bajo asignatura de Marco?  Como no se sabe pero el libro sí está, pensemos general y que sea de carácter astronómico, botánico y poético.  Y ahí nos queda una duda digna de trabajar.  Que lo que está escrito no sea imprenta sino manuscrito y el tema, el mismo de las conversaciones de café de pueblo…  desde hace tres generaciones… en las tardes frías de las tierras altas, anodinas como indoloras.


[Inscripción al envés de la escultura]

Esa noche vimos cine hecho por gente de aquí.  Las calles eran representadas azules, lúgubres sensaciones frías.  Luis y yo seguíamos dándole a las historias añejas de Marco.  El colega Esteban todavía lloraba.  Subimos encima del bloque derecho de Marco.  Dominábamos el parque.  Muy poquita gente pasaba.  Esteban, sobrepuesto y sentimentoso, había llorado por haber regado, par de lustros atrás, estas mismas plantas —y otras más.  Lo suyo era celebración, no lamento nostálgico de un pueblo rumbo al olvido, no.  Como no era, para nos, ese noctívago instante, de camaradería dilatada, en una montaña casi sin nombre… peor aún, sin significado…  Pero festivos, como una cosecha buena… no había lugar para nosotros en las calles desos documentales…  A la Beatífica de nosotros no le faltaba casi nunca cumbia.


Escultura Pedro Justo Berrío


…de Marco Tobón Mejía, la hizo en París y llegó a burro desde que la bajaron del Magdalena, tal vez en Honda.  El tema es el señor Berrío.  Lo importante: la mano de Marco.  Hace 88 años vino de Francia el artista para verla puesta y, ahí casi mismo que la gente dio el pispo bueno, volvió a coger oceános y allá le visitan los turistas tanáticos.  Hoy, Marco, la belleza de tu producción es, también, mobiliario.  Tu arte se ha vuelto útil.  Los niños aventados ensayan malabarismo.  Los adolescente, buscando rincón, descandan, dominando el bulevar de entrada al parque, y sonríen porque adentro saben que tienen todo el tiempo.  Los nocherniegos, también, llegan una vez encendidos, de anís y de noche, al cénit del mármol que tallaste, saludándote a ti y a Palas, a Luis, la noche, el parque, la camaradería de noche, afirmativos y mojados; la Beatífica, la casa: el inacabado afán de medio arrimársele a la belleza.

lunes, 23 de junio de 2014

Una confesión del adolescente enamorado

Les amoureux, 1888, Émile Friant
            Mirá que pasa el tiempo.  Siempre, siempre digo que empezar es el único reto; cómo decirlo… y que si uno no dice nada es peor, y por eso digo cualquier cosas como que me gustan mucho tus manos y tu lengua.  Que las he esperado toda esta semana… Cuando veamos a Pablo y a Matilde veremos un amor que me gusta especialmente.  Cada uno de los dos, a su manera, tenía, mejor: sentía placer en las mismas cosas, los dos al mismo tiempo.  Que dos se junten no es un evento cualquiera.  En vos hay parte de la alegría que todos buscamos; espero, yo también, guardar algo de eso para vos!  Ojalá que cuando nos miremos a los ojos con o sin ruido, en las calles o en las iglesias o en las piezas de la casa, vos sintás que yo tiemblo a veces también o que, como a vos, se me corta la respiración porque ‘toco con mis manos lo que mis labios no pueden besar’, como dice un viejo en los libros.

            Y están los abrazos que son besos.  Primero subimos las escalas y yo ya quiero lanzarme a las delicias que son para los dos los besos.  No he cerrado la puerta y ya enredé los brazos por encima de tus hombros... y ya llegué a tu cadera.  Que me gusta gusta y lo sabés.  Y si no lo sabías ya lo sabés.  Cerramos la puerta y vos te sentás en la primera silla, la más cerquita.  Yo tengo que decir cualquier cosa para que ya no sintás pena, para que no te sea tan extraño seguir aquí.  O te vuelvo a tocar y a besar y a mirar no como quien te necesita convencer, sino como quien desea que gocemos.  Porque el tiempo pasa y la experiencia ha dicho que quien desaprovecha lamentarse ha de…  ¿Cómo no prestarle suma atención a tus líneas cuando estás acá, a qué inventar excusas para no ser casi felices?: yo, si estoy contigo, me abandono a lo que acordemos los dos que sea estar bien.  Deseo que el goce de nos dos sencuentre en las mismas cosas, y al mismo tiempo.  Como las lenguas que juegan en las grutas y son pura sensibilidad combinada de dos texturas mojadas.  Me gusta mucho tu lengua en mi labio inferior.  Me gusta tanto mi lengua en tus labios, en tu cuello.  Me gustan tus cosquillas y mis manos, tu pecho y mis labios.

jueves, 22 de mayo de 2014

Pensar sobre Santa es como hacer un diagnóstico de uno mismo, cosas que no pasan muy a menudo. Quién sabe por qué… pero para seguir haciendo lo mismo tenemos el resto de la vida… entonces hago esta digresión y, a manera de carta, te voy explicando lo que pienso. Digresión disgregada porque con los conversables se les puede hablar así. Las cartas, Manu, siempre me han llamado latención. No que haya pensado mucho al respecto, porque hace poco tiempo sé que existía el género epistolar —que tiene más tradición que la novela, por ejemplo. Steinbeck, el de ‘Al este…’ y el de ‘Las uvas…’, antes de sentase a trabajar, se tiraba una cartica, o varias, y así, dice el man, ponía a andar los jugos. Yo sólo quiero escribir cartas.

Santa Rosa. Para nos, La Beatífica. Como te decía, uno casi nunca quiere pensar en las cosas de todos los días. Perec me abrió un poquito los ojos con eso de lo ‘infraordinario’, antónimo de extraordinario. El man se lamenta que uno sólo quiera leer sobre trenes cuando uno se descarrila. Que lo cotidiano merezca tan pocatención... debe ser síntoma de algo… pero no estamos aquí para eso… Salí al balcón a fumarme un cigarro, por eso del humo en el ‘hogar’, y Guanteros a las once de noche un miércoles no tiene muchacción. Entonces uno se queda mirando un techo de tejas de barro, o un poste o el muro llegando a Jimaní y se enreda en cualquier pensamiento, cuál de todos más misceláneo… Y pasan dos perros a ritmo contínuo, dirección aparentemente clara. Pero van oliendo… orines de quién, qués esta comida, y así… El pensamiento, invariablemente, se desvía de donde anduviera y se va con los perros. Distraído ya, empieza a formulase otras tantas preguntas y digo; cómo conocerán esos perros el mismo pedazo de cemento en la Tierra que conozco yo?, cierto?... Y claro que no me voy a responder esta pregunta… porque ya cambié de tema…

El hecho de tener memoria acaecida en La Beatífica no tiene nada que ver con que uno tenga un paradiscurso que defina esa memoria. Uno simplemente la recuerda, pero nunca la ha juzgado, y le ha dedicado más bien poca descripción. Por ende, queda claro que le puedo llamar a esto una inauguración mía.

Pienso que La Beatífica es un interregno verde… entre la montaña profunda y los valles nuestros más o menos cosmopolitas… Empecemos por ahí. Hay verde y gris —y naranja de ladrillo latinoamericano. Hay virtudes campeches y ambiciones de callejón entre edificios mole. El capital, incluso, se gana en el potrero y se gasta en los centros comerciales. El pueblo, el centro seudo-urbano, el escenario centralizado de comercio y vida común, es un puente activo entre estas dos maneras de estar vivos hoy. Y eso nos hace varios, de carácter, digo. Policromáticos, al menos.

Me pareció tan curioso el que no podás escribir nada acerca de Santa, ahora que la perdiste. La condición de Ulises es de una imaginación inflamada. Entonces salí a otro cigarro, prendí mi pipa de ganjah, encendí la música con ‘Vuelvo al sur’ y me fui a mis días de diáspora y pensé decirte ‘Manu, nos parecemos tanto a este pedazo de cemento levantao en la tierra. Si no sabés qué decir sobre Santa, decí algo sobre vos, y no habrás dicho mucha mentira’. Yo, por lo menos, soy producto de mis días pasados aquí, en completa condición cotidiana, y los días que fui Ashaverus también. Soy, en este sentido, como N. Parra, ‘mezcla de ángel y de bestia’. Y de Santa me vino parte de los dos. Una conclusión precipitada sería decir que este lugar fue hecho para morir bien. Vivir muchos años aquí es instruirse ampliamente en las bellas maneras de 'finir'.

miércoles, 2 de abril de 2014

Loló,


Noche, 1952-56, Marc Chagall
As noites!  Qué chorrera de vida en común son las noches.  Qué magníficos estados del alma, qué potencia hay en las miradas cómplices…  Hay noches que la pelota no se sale de la línea, y seguís luchando…  A mí me gustan ésas… Las hay sucias, amenas e intensas e intrigantes y variopintas, pídala como quiera.  Cada noche es diferente, aunque se repitan.  Las ceras son altas y bajitas, la luz es mínima o amarillo naranja.  Llegan, en la noche, toda clase de ebrios libres.  De piantaos sin problema.  Vos podés elegir entre sacarles lo que fuere posible sacar a un oscuro viandante las más veces ebrio o hechizado.  Si es que algo se les puede sacar, porque ya hemos tenido tiempo de comprobar que no siempre todas las personas tienen algo bello —por lo menos— qué decir, sea rico, gordo o lunático, sin excepción: hay mucho idiota debajo de las cobijas.  O irse directamente a la cama, a la mala ficción de los TV shows.  Tratar de dormir, o esperar a quel cuerpo pida el sueño.  Tantas noches, tantas elocuencias y desvaríos, bellos, a demás.  Las historias que nos hemos hecho tienen, casi por exclusividad, escenario nocturno, a veces nocherniego…  Siempre con los sentidos puestos activos a la manera de los radares.  Entregados al vicio de la risa; la risa es el objetivo final de toda actividad social, de toda experiencia conjunta, más si son dos no más.  El que no se ríe ofende.  Y yo he preferido, siempre, la risa sobre el descanso.  As noites!  Nos queda todo por decir en cuanto a la noche…

miércoles, 26 de marzo de 2014

Sobre deber —de deuda


“Harpócrates, váyase…
El silencio ya no necesita dios…”

Si había platos y el miedo menguó el apetito
Pido no sentir hambre después.
Lo ques mucho pedir.
Porque las ganas caen derramadas desde adentro.
Y el tiempo mengúa las aguas.
O las ensucia.
Y somos tan chiquitos.

'Marcella', 1910, Ernst Ludwig Kirchner 

Y pedimos tanto.
Y recibimos tan poco.
A pesar del reguero que se nos da…

Le debo a la vida olerla.
A las calles ignorarlas menos.
Le debo al poste una orinada
Y a las mangas revolcarme solo y acompañado.
Te debo soplos.
Nadie aprendió mejores caricias,
El viento está hecho de manos.

El tiempo nos es aún todavía.
Y no es redundacia decirse vivo.
Si encuentro lo que vi en su boca…
Si agarro el hilo desta historia…

Si mirás y veo…

lunes, 21 de octubre de 2013

El sofá de una casa que visito me lo sugirió.
Yo le hice caso y me lo pregunté:
qué soy, en estas vidas que vivo.
'Qué soy',
yo quempiezo a pensar en la sala del primo,
'una contradicción sentada en un sofá'.
Me quedé callado,
medio lamisquié la mano
donde el primo me había untao ambil.
Soy un travalenguas a mí mismo
y un travaojos a los demás.
No hablo por hablar,
aunque siempre tenga la bocabierta.
Se me han puesto en cada hombro,
a la vez, la luna y el sol,
uno en el derecho,
y otra en el siniestro.
Menternece hasta el pánico la miseria.
Llevo acunadas, desde que me brotó consciencia,
varias verdades que cuido como reciénacidos.
Ni se parecen porque son bastardas,
vienen de todos laos.
Me despierto uno
y he acostao tantos.

—Estás vivo —el primo me aconseja sin alarma,
 —eso es todo,
 no tenés más mal quése.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Mujer con nombre de dado


Y hay días, también, Manu, en que no somos dueños completos de la consciencia sino que, uno lo puede notar, una pinche voz, que, igual, viene de uno, empieza a jalar los hilos y todo en lo que uno piensa huele a la intención desa pinche voz.  Yo sé ques ella porque en todo veo alarma y desesperanza.  Primero el rojo, o el naranja, escandaloso como las líneas curvas del grito, luego llega el azul en tantos tonos, el azuláceo desconsuelo, lagriazul certeza del desinterés vital, el azulao seudonihilismo, Manu…  No es que deteste esos días.  La desesperanza va muy ligada de la lucidez —a mucha ciencia mucho sufrimiento, nos dijo el Eclesiastés.  La comprensión de las cosas de la vida se hace más amplia, pero las consecuencias…  Que no me hablen de condición humana… 
 

Uno desos días me di a cumplir con la tarea que me diste.  Yo no entiendo bien tu interés en los malos trazos de mis letras, cacofónicas además.  Yo sí quiero, nobstante, aceptar el reto que tu actitud me representa y te dejo, como quien busca una definición en un diccionario, la transcripción de mis páginas de cuaderno.  No nos queda sino esperar, Manu, que nos sirva de algo a los dos… a vos que te entretenga, que testimule, de manera creativa, ojalá poética, y a mí que me dé una fotografía textual de mí mismo, un estado hic et nunc del alma, una toma de temperatura, unactualización, exagerando.  La tarde que nos encontramos te hablé del enamoriscamiento, que llama Unamuno.  No te hablé mucho al respecto, porque no había mucho que compartite ahí en la calle.  Un enamoriscamiento es casi una idealización de bagatelas: una caída, risa común; un pliegue específico debajo del ojo izquierdo; un rasgo particular del comportamiento: la Maga era medio tonta y eso la hermoseó tanto.  Un enamoriscao, si escribe, será el relator de ficciones sentimentadas, Manu, y éste, mi repertorio dimaginaciones.

  1.   Las letras dirigidas.
  2.            No séscribir sino cartas.  Lo dije muchas veces antes.  Y una carta es, o significa, la necesidad de una persona por decirle algo, bajo ciertas condiciones, a una segunda persona —o segundas.  En el mío caso, D.D., las razones, motivos o condiciones bajo las que tescribo no representan, exclusivamente, el indiscutible encanto de tu personalidá, como decís vos sin temor a aceptar lo que es cierto, sino, también, un rasgo mío, tan particular como ton charme, y es minclinación al enamoriscamiento: soy más impresionable que la luz y he visto cosas bellas. 
  3.         …mujer con nombre de dado.  La última vez caminamos un poquito más.  Y hoy, ya, me da brega escribirte.  Aunque cada vez que suene Caetano, la canción bonita, el inconsciente me prenda en la pantalla la imagen tuya adentro: mentretengo enternecido, digamos que voy en el Metroplus y voime riendo.  Minteligencia emotivo-mnemotécnica lamenta tanto desencuentro.  Es tan grave el asunto que aunque haya peores casos dentro de las literaturas íntimas, eso no lo alcanza a consolar a uno, ja!  Pero los desencuentros son otra situación de particularísimos rasgos que pueden dar vida a letras como éstas, a un epistolario monológico, suedosentimentado, ególatra y malilustrado. 
  4.         Pero, D, yo veo algo.  Yo presiento algo.  Y me hago tantas preguntas.  Luego te las hago a vos.  Por face y por teléfono.  Por las ceras y las calles de la Beatífica.  No podría saber bien qué es.  ¿Qué naturaleza tendrá?, ¿bajo qué motivaciones actúa?  Pero hay algo entre lo que vos decís y yo escucho, algo que, por razones que desconozco, me lleva a estados saborosos del alma.  Es natural que me inquiete el hecho de gastar tanto recorrido de agujas escuchando la canción bonita, es decir, tanto tiempo imaginándote mientras la voz de Caetano, el rasgueo encajonao de su guitarra y el sentido de la letra, del texto, me llevan, irremediablemente a vos, al escalón que nos ha servido de silla donde Hermes.  Ahí tenés una forma única de mirarme, entonces yo me concentro en tu cara y hago apreciaciones epidermopoéticas, las guardo y las reproduzco luego.  Repito, no todo se debe a ti, porque peco de carácter hipersensible, pero hay mucho que sí…
  5.             Atardece y se encienden los alumbraos públicos.

    Dos personas caminan por las calles de un pueblo andino actual.  Las casas a los lados del camino pavimentado son impares y de factura disímil: ora ladrillo, tapia, ruina.  Trazos de campo abierto.  Van por las calles, las cunetas, jugando al equilibrismo funambulista, empujándose, jactándose destar vivos juntos esos minutos.  Hablan, caminan, paran, miran, no miran, se ríen —todo mientras continúan caminando.  Se detienen frente a una torre decimonónica, un edificio católico.  La fachada medio esconde a Francisco y a Clara, d’Asisi, ‘a tua santa’.  Parados, maliluminados; las gentes del barrio pasan y entran a sus casas.  Devuelven, entonces, el camino: collage visual de casas.  Eran pasadas las siete noche y había poca luz.  Caminaban y hablaban.  Ella encontró una ventana republicana de madera con el hombro derecho y tuvimos un cañoncito verde oscuro de noche para reírnos:

    —D., desfenestrada, fenetrofóbica… aunque son, en realidad, las ventanas las que te tienen miedo a ti —pensó: “Lo que, en definitiva, te habría que decir es que si hay alguna razón del corazón de tu parte… hacerla común a la cabeza en mi ventrículo izquierdo que arde de impaciencia de morirse por usté…

    señora…

    …de dilatarse y contraerse".
  6.           Lo fácil ques olvidarse de los que no sean uno, cierto?  Que lo digamos los dos, tan plácidos en sendos pedazos del mundo, el uno a la vez del otro, bajo la misma noche chorreada, oyendo las mismas goteras y el mismo ruido afuera, también, separados y quién diría que no juntos si nos une una misma lluvia.  Mestrené un cuaderno dejando dicho que te agarré el estómago.  Casi en una esquina.  Casi de repente.  Vos te sonreíste.  A. abrió la boca y me saludó.  Yo saqué la mano del pedacito que ocupa mi cuerpo, la puse sobre el pedacito que ocupa el tuyo, sin dejar de caminar, y cayó, en el momento justo dencontrarnos, cuerpo a cuerpo, sin parar, sobre tu estómago; ahí también sonreí yo, la mano se resbala, sale de tu espacio, regresa al mío y me toca a mí ya doblar la esquina y pensar, y devolverme en la cabeza e imaginarte pensar que te devolvés en la cabeza y me imaginás pensar…  Lo del olvido no es cierto del todo ―que digan mejor silencio.  Debía decir eso y debía decir que todo principio no es sino una continuación...

miércoles, 3 de julio de 2013

Oración de gratitú

«La motivación: un paire d'yeux.  Un día los definí como un lugar rico para estar, como una utopía, sólo queso no existe mas esos ojos sí.  Dije que mi esquife, el barquito de mi vida, desastrado, abandonado, se agarró a ellos y no naufragó.  Que había encontrado en un cuerpo pétit la luz de Youkalí, dos faros de luz perpleja que causan tal curiosidál que los percibe.  Y, sí... está bien... Youkalí tampoco existe... 
 —¡mas esos ojos sí!»






1. Las letras sentimentales.  


2. Dedícote mis pobres líneas inspiradas, mis desfiguraciones dignas de aquél que, en busca de consuelo al tedio, escriben el bus que lo cabalgabajo de Los Andes. Mis días a tu lao fueron más iluminados, en cuanto a lo que considero yo luz: el mundo de las posibilidades, lo nuevo y el mundo de los más altos afectos. Me fuiste un sol foto-diverso, un faro de luces pleomórficas, proteicas, de múltiples dulzores.  Gracias por el brillo, la inusualidá, el indiscutible reguero de belleza: el lago claritico del iris y la isla sola e hiperpresente de la pupila... el fuego, ques llamita, constante e intensificada, el aliento que te mueve: los brazos, la cabeza, párpados lengua y nariz; el corazón, la euforia, la melancolía. El fueguito pertinaz quevidencia uno en tu sensibilidá, curiosidá, tu capacidá natural de acción; ¡yo amo todo eso con locura sentimentada! ¡Gracias! Y ésta, voilà!, mi oración de gratitú...


3. No es, no podría ser, nunca, olvido. Muy poquitas cosas son realmente hermosas hermosas en las horas de la vida. Y no es ni melodrama. Es una manera de decir, simplemente, que entre esas poquitas cosas brillás con luz propia, luz particular, a demás. No es olvido, no podría ser… Te podría, por ejemplo, decir, en mi defensa, que estoy acostumbrado a la cáscara de nuez de la que soy rey, ja, mencierro en mi pedazo de espacio y sólo me acuerdo  de quexisto yo, y sólo cuando me da hambre. Salgo, a veces, a voluntá de ahí motivado por las palabras de alguna que me invita a caminar… Se apega la gente a su cascarón y a veces ni quiero sacar la cabeza, porque quién sabe… Quién sabe qué piensa el lechero, el fritanguero o el futbolista… Ja, eso sí es melodrama! Pero bue… 

4. Trasnochao, los párpados impotentes a la gravedá de una noche larga, circunloquios alrededor de un ‘je t'aime’, re adornarlo para que suene otra vez como el primero, nuncantes dicho; actualizar el significado de un sentimiento vivo aún, todavía, vivo a fuerza de dos, par duple de ojos que se rebotan luz enamorada, símbolo hecho manos… dos enredadas mientras la tercera descansa en otra pantorrilla y la cuarta... la cuarta aprieta, camina un costado, sube por las escalas de tus costillas, las del lao siniestro, el lao del corazón...

domingo, 5 de mayo de 2013


La Beatífica Flor
Mayo del Trece


Qué diría Petrarca, Laura, de vos.  De ti.  Yo no sé.  Quizás arrepentido de nunca besarte al menos la cara, qué decires…  Para sentirse triste y escribir bien: muy bien —cita—; yo, como sé escribir mal bien, desearía sí besar y escribir mal de cosas bien muy bien.  No sé no sé… cómo hay, a veces, impresiones muy ligeras que alcanzan a hechizarle a uno, por decir, el alma, al menos latención.  Cómo.  No se sabe… no sé… Entre las nubes de mi y tu cigarro, los guaros de la noche, los placeres privados, compartidos, y muchísimas palabras aquí y allá… me siento al final de la noche a memorar te.  A recrear te.  A te imaginar.  Te reconstruir, menos bella que lo que sos en lo real, pero algo es algo y bien sabés que se hace lo que se puede.  Habitasteste pedazo de pantalla blanca y aparecés al fondo riéndote, mostrándome la geografía particular de tus perlas a mascar.  Que prendés y prendés me un cigarro y yo inocente te miro.  Y pienso, con mi gramática enredada.  Y te miro y digo que hay tantas Lauras en la poesía.  Y vos preguntás que si las hay en la mía.  Y yo te digo que no tengo poesía; que preciso, ¡sólo!, de tres noches y garantizo lampsitos de belleza.  O que si querés le pregunto a dios, que Google lo sabe casi todo y te recito versos del siglo catorce.  Ella vuelve a mostrarme en detalle las líneas de su sonrisa y yo capturo y almaceno, enternecido levemente, entre la nube que nos unía a todos.  Ahora, como estoy, no logro entender bien, y me pregunto, ¿por qué detenerse en la noche a memorar te?  Como las respuestas a mis mismas preguntas suelen ser simples, muy simples, me tranquilizo diciéndome no worries, sos muy impresionable, y más cuando es la misma belleza...  Calma, ‘que no panda el cúnico’, todo está rait: has experimentado la belleza, es normal que sufrás la llama del empelicule, por no llamarle pasión, aunque lo sea; que ardás un poquito sólo pensando en Laura, y lo disfrutés, y lo recreés, y le dés vida en el tiempo a un hecho que, a vista de marrano, pasaría por simple, fútil y superfluo, anodino.  Pero quien es testigo de lo bello no puede sino pagarle tributo, como en ‘el perfume’ los que de hecho lo huelen: caen ante él, antel perfume.  Ese sería un ejemplo exagerao de mi caso, al menos por ahora.  Porque todavía calmo mi sentir con letras que ojalá leás, y thechicen como si el mismo Barba testuviera hablando, susurrao al oído, verdades horribles pero nunca horrísonas: siempre bien arregladas, apetitosas y apelativas.  Ojo con el mal, ja!  Ojo con el mal… 

Laura, te celebro y te recuerdo,


Un Gustavo de noche.
La noche del sábado 4 al cinco.

viernes, 1 de marzo de 2013

Adieu, mon amour...

'Separación' 1894, Munch
...mon bel amour, mon seul bel amour...  adieu, pardieu! Adieu...

No lo he querido creer, lo que has dicho todos estos días callada.  El silenciotórgale al sordo lo que yo no logro imaginarme todavía...  No lo he querido creer por mi constante, lausencia, vos sabés...  siempre divertido, la mirada en fijas distracciones, y a pesar de todo seria.  Me distraje como quien se defiende, como quien voltea al instante mismo de ver una cabeza sola desangrándose en una cera.  Te miro a la cara, te ausculto y deseo: pero no son para mí las flores.  Por eso me despido, yo no me conformo con verla, señora.  Enfilo el rostro a la cabeza sin cuerpo y mespanto y me obligo.  Mirá... ve... date cuenta... ya... no más... prolongá la esperanza, acortate horas de alegría... en la vida... mirá... seguí... así... no... mirá... dejá la vanidá a un lao... no confiés válida tu razón... solo mirá... y ya...  

Todavía no lo creo y, sin embargo, te riego mis adioses en el suelo, pa que los pisés o los recojás o sigás caminando sin ni siquiera somatizar una metáfora tan sencilla.  Tan poquitamente humana.  Tan uno... Adiós...  Mañana no será otro día...  Reciclemos ya las miscélaneas del recuerdo que consentímonos todavía...  está probado que no sirvieron para nada a ninguno de los dos, memoria inútil, que dicen, por su pasibidá e impotencia, musgo podrido en el inconsciente... fútil chéchere metafísico, basura... mayúscula basura que no solo estorba sino que hiede y duele.  ¡Qué nada de recuerdo!  Los días se suceden a pesar de no recordar qué forma exacta tiene tu nariz.  Se desvanece la huella tuya de la palma de mi otra mano... ¿insensible la palma?, ¿débil la huella?, la cuestión permanece sin solución aún...  No nos une ahora sino el adiós: adieu!, mon vieil amour, mon chèr amour ennuyant...