El punto es que comenten; ustedes saben, queridos: es necesario...

lunes, 14 de septiembre de 2009


Aunque peque por necio. Por naïve. Pero si siempre que quisiéramos decir algo tuviéramos que disculparnos, pasaría la vida y la saliva la gastaríamos antes de haberlo dicho. Quiero decir cualquier cosa de Bacon, sin tener nada que decir. Me causó alguna impresión, algo; se movió por dentro con sus tijeritas de bolsillo. Y será que no fue tanto el golpe como para darme palabras con que contarlo. Pero sí, los gritos de Bacon hoy fueron un aliciente para ponerme a pensar un rato. Lo digo por presionar algunas letras, pero ahora sí es cierto. Lo que pasa es que cada vez nos volvemos más difíciles de conmover. Nos están haciendo con materiales más fuertes. No recuerdo la última vez que me asombró un árbol. No es que haya que lamentarse, pero me gustaría que fuera diferente, porque es ahí donde uno insiste en vivir. Las canciones que te ahogan de suspiros, los olores, los colores a la hora de luz precisa… Parece que fueran tiempos viejos, cuando todos recuerdan haber sido niños. Estudio del retrato del papa Inocencio X de Velázquez a la hora de acostarse, lluvia. Aquí el más alto conocimiento, el más austero. Los ojos están tan acostumbrados a las luces, a los carros último modelo. Bacon es una estampa simpática, una imagen en el libro que me querés mostrar y yo estoy distraído. Si Blake tenía razón, y si todavía hay esperanza para los necios, podré alcanzar a ser algo de lo que está en esos cuadros, gritar con una figura que tiene por cuerpo una boca, una gran boca…

No hay comentarios: