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lunes, 23 de noviembre de 2009

La excusa de hoy


«Poder reír, reír, reír descaradamente
reír como un vaso que se derrama,
absolutamente loco sólo porque siento,
absolutamente roto de rozarme con todo,
herido en la boca por morder cosas,
con las uñas sangrantes de agarrarme a las cosas,
y asignadme después el calabozo que queráis, que yo me acordaré de la vida.»
—P.


La excusa de hoy.
Bien pudo haber sido una piedra,
un pedazo de tela.
Pero P. es tan bello
como el resto de las telas y las piedras.
Para decir nada.
Para variar.
Para manchar en orden estas líneas y mentirte luego.
Porque sí.
Porque me da la gana, otra vez...
Porque es tarde y estoy tan despierto
que me duele esta tensión contra la almohada.
Para perfeccionar la estética del error:
el arrepentimiento gráfico.
Quiero hablar de ella, sí,
aunque no lo quiera tanto.
Es parte de reírse y romperse contra el mundo.
Te hablan desde el último cuarto iluminado.
Porque sí.
La noche sin sueño…
Huésped insomne...
Un hombre pequeño con muchos lápices.
Abrió una ventana a fuerza de palabras.
Tenía esto listo hace cinco lustros.
Pero faltaba algo: con qué me iba ella a reconocer…
Entonces…
Entonces…
Pinté las paredes con sus palabras:
"...necesidad de vos."
Yo sé que vendrá.
Luego, que llegue lo que llegue,
el calabozo que queráis...

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