El punto es que comenten; ustedes saben, queridos: es necesario...

viernes, 13 de mayo de 2011

Correspondencia: la nostalgia


Hombre Elkin, compadre poeta,

Me encontré esto que había dejado a un lado, le cerré la ventana y ya. La intención era enviarlo, sólo que, ahora recuerdo, se me había escapado en los hoyos ocasionales en que la memoria mete el pie —que es decir la pata, se le olvida! ¿Cómo va el Norde? Y bueno, te subordino en esta lectura a otro texto de otro día de otro Tano, seguramente.

Buono vento!


Sin título número XI

La Beatífica Flor, Colombia:
13 mayo, 201-

Le oí esta semana a Philippe Noiret, en Nouvo Cinema Paradiso, de Tornatore, despidiéndose en italiano de Toto, el protagonista, quien se iba del pueblito mediterráneo a la capital, Roma, cuando le decía, abrazándolo, “no puedes sentir nostalgia”. Si, entre sus planes, estaba vivir la vida a la manera de Silva, sintiéndolo todo, era su deber irse del pueblo, no regresar, nunca llamar y, por si algo, si regresas a mi casa ―le dijo a Toto Alfredo―, no serás bien recibido. Toto, efectivamente, nunca volvió a asomarse a su primer jardín, la Parroquia, hasta que Alfredo murió. La nostalgia… Por ahí hay un textico que podríamos repasar para llegar a alguna conclusión en cuanto a la nostalgia, ah no: a la melancolía, posible hermana o hermanastra:Anatomy of Melancholy de Robert Burton.

Lo que más me sorprende es que lo veo, en una primera mirada, como un caso de nostalgia inversa en la exacta medida en que el objeto de lo nostálgico sea la unidad: la casa, el primer amor no del Dante ―que para Borges es el inferno―, sino el de Don Quijote. La nostalgia tiende, en mi caso que debe de ser el de muchos, al mundo infantil que todavía se recrea y añora. Lo perfecto, lo bucólico, antaño… Entonces se extrañan las ceras del barrio donde, escondidos, empezamos a libar los gusticos de la vida. Nostalgia inversa porque, digo, ésta es mi casa: las montañas verde Bilbao, arquitectura collage vómito, distinguiéndose en la masa vetas de colonialismo, modernismo y abstención. Tierra de la leche y miel, ésta es mi casa, la Beatífica Flor, Santa Osa de Rosos, que habito, que vivo los fines de semana, etílico, concentrado en Bucósqui, el bar de las moscas. Y si el tren de la vida discurre estacionado en la casa ―no horizontal sino verticalmente―, ¿por qué nostalgia?, ¿qué pregunta no te contestó tu madre?, ¿no bastó la confesión o la ablución o la penitencia?, ¿o la unidad se te diversificó y reclamás casa más allá de la cuna donde se te abrieron los ojos? Nostalgia, saudade…

Yo no sé, qué pecado Y… los asuntos literarios, ¿cómo van? Además de escribir, ¿qué andás haciendo? ¿Dalí? ¿Alguna gaceta? ¿Tu hija? ¿La literatura estando vivo en Boston? Hace mucho que no hablamos y ejercitase en la correspondencia es provechoso al espíritu y a la memoria, entre otros. Y vuelve uno a tirarse por el tobogán que los griegos dijeron llamar catarsis y cierra la ventana del mail y abre los libros que, también en condición de ventanas, dan a la vista, al oído, al olfato y así...

—G Ochoa V.

2 comentarios:

—G Ochoa V. dijo...

Les recomiendo a mis interlocutores nunca dirigir cartas a quien sufra en la memoria artritis, puede que, como muestra el blanco absoluto de esta nota, estés escribiendo al vacío.

—G Ochoa V. dijo...

"Correspondencia" es un decir: mejor: "Monólogo: la nostalgia"