Lo que más me sorprende es que lo veo, en una primera mirada, como un caso de nostalgia inversa en la exacta medida en que el objeto de lo nostálgico sea la unidad: la casa, el primer amor no del Dante ―que para Borges es el inferno―, sino el de Don Quijote. La nostalgia tiende, en mi caso que debe de ser el de muchos, al mundo infantil que todavía se recrea y añora. Lo perfecto, lo bucólico, antaño… Entonces se extrañan las ceras del barrio donde, escondidos, empezamos a libar los gusticos de la vida. Nostalgia inversa porque, digo, ésta es mi casa: las montañas verde Bilbao, arquitectura collage vómito, distinguiéndose en la masa vetas de colonialismo, modernismo y abstención. Tierra de la leche y miel, ésta es mi casa, la Beatífica Flor, Santa Osa de Rosos, que habito, que vivo los fines de semana, etílico, concentrado en Bucósqui, el bar de las moscas. Y si el tren de la vida discurre estacionado en la casa ―no horizontal sino verticalmente―, ¿por qué nostalgia?, ¿qué pregunta no te contestó tu madre?, ¿no bastó la confesión o la ablución o la penitencia?, ¿o la unidad se te diversificó y reclamás casa más allá de la cuna donde se te abrieron los ojos? Nostalgia, saudade…
Yo no sé, qué pecado… Y… los asuntos literarios, ¿cómo van? Además de escribir, ¿qué andás haciendo? ¿Dalí? ¿Alguna gaceta? ¿Tu hija? ¿La literatura estando vivo en Boston? Hace mucho que no hablamos y ejercitase en la correspondencia es provechoso al espíritu y a la memoria, entre otros. Y vuelve uno a tirarse por el tobogán que los griegos dijeron llamar catarsis y cierra la ventana del mail y abre los libros que, también en condición de ventanas, dan a la vista, al oído, al olfato y así...
—G Ochoa V.
2 comentarios:
Les recomiendo a mis interlocutores nunca dirigir cartas a quien sufra en la memoria artritis, puede que, como muestra el blanco absoluto de esta nota, estés escribiendo al vacío.
"Correspondencia" es un decir: mejor: "Monólogo: la nostalgia"
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