El punto es que comenten; ustedes saben, queridos: es necesario...

martes, 9 de junio de 2009


"But I’m dead already, everybody knows that."
—Obleur, and the lead sun was dying

"Elle saviat Madame Bérenge que tous les chagrins viennent dans les letres."
—Céline


Más tarde leía a Steinbeck y me conmovía. Que los libros son inútiles, sea, pero que hacen la vida por lo menos un poco más interesante, poniéndonos dulces en las manos, eso no se puede contrariar. Yo creo que Cortázar sintió algo parecido:

«Pienso en esos estados excepcionales en que por un instante se adivinan las hojas y las lámparas invisibles, se las siente en un aire que está fuera del espacio. Es muy simple, toda exaltación o depresión me empuja a un estado propicio a
lo llamaré paravisiones
es decir (lo malo es eso, decirlo)
una aptitud instantánea para salirme, para de pronto desde fuera aprehenderme, o de dentro pero en otro plano
como si yo fuera alguien que me está mirando
(mejor todavía —porque en realidad no me veo—: como alguien que me está viviendo).
No dura nada, dos pasos en la calle, el tiempo de respirar profundamente (a veces el despertarse dura un poco más, pero entonces es fabuloso)»,

o algo así. En Steinbeck —no hay que acercarse a ellos como quien está con, sino en— Charles le escribe a Adam perdidos ambos en el tiempo. Una salida visceral, necesaria. Esa carta la tuve que haber escrito yo. No podía evitar sentirse vivo. Sólo así puede uno saber qué es ese juego del que todos hablan y sólo tres o cuatro conocen. Hay que preguntarse de vez en cuando, ¿no?

Esa carta…

Ayer recibí la visita de alguien. Recibir no es precisamente la palabra, mucho menos visita, pero cómo decirlo. Alguien llegó a mi casa, anoche... Me dejó inquieto. Hay presencias que te hacen bien, lo sentís en alguna parte del cuerpo, los dedos se sueltan o las comisuras no dejan de temblar. Porque hablás y te escuchan, y la música de adentro y afuera suenan al unísono y sin problema, cosas tan raras. Presencias más bellas mientras más lejanas e inconexas e inesperadas; tout de suite! Le queda tiempo a uno para condimentarlas, aderezarlas y comérselas en nombre no solamente del hambre, sino de la sensualidad que da no habérselo esperado. Y entonces te llenás, su cara sigue siendo tan bonita, y pensás que ya es tiempo de dormir y ella se tiene que ir. Mañana no estará, sos consciente de que no hay tiempo pa’ nostalgias; mañana mañana…

No me puedo disculpar por divagar. Alguna cosa me quedó de leer Salinger a destiempo. Hay que decirlo. Esa carta sigue sonando. Charles ni siquiera era elocuente, pero escribía y se le salía el mundo de las manos, literalmente, y la censura se le evaporaba en el sudor, en las lágrimas… Esa carta, Jay… Uno se queda callado muchas veces. Se tapa mucho la boca. A lo mejor eso nos diferencia de los de ayer. El pedacito de tela que nos fuerza el silencio no sólo rezuma aire, sino chismes y quejas y tonterías. Cuando se viene el tiempo del mundo al revés nos sentamos a silbar bajito o a organizar rendez-vous de nada para nada, el mayor grado de inmoralidad que alcanzamos los necios. Le empiezan a crecer membranas al cuerpo. Sí ves entonces, llega el azar y te pone gentes en la puerta de tu casa. Te desvelan con historias nuevas y esas ropitas tan puerilmente maduras; de repente volvés a hablar. A veces no es sino lanzarse o…

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