Quizás todo eso fuera una simple justificación.
Pero yo no tendría por qué sentirme tan triste, es cierto.
Es cuestión de ser consecuente o con la sangre, o con la vida,
como lo quieran llamar.
A mí no me da lo mismo:
No es seguir el camino menos tomado, o viceversa…
No es quedarse quieto y dejar de mover la cabeza
porque buscás y no la ves por ningún lado —no está.
Yo no quiero un camino en el que no pueda andar...
El punto es que comenten; ustedes saben, queridos: es necesario...
miércoles, 26 de agosto de 2009
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