El punto es que comenten; ustedes saben, queridos: es necesario...

lunes, 17 de agosto de 2009

Plaf, o Recordar es volver a caerse...


Le quería decir antes de verla salir corriendo:

Escribir, dicen, es organizar lo caótico hablado. Pero escribirte no tiene por qué ser ordenado, no debe… Por ejemplo cuando pienso en vos, eso es llenarse de excusas, de palabras, de ojos y uñas —¿y si digo de sueños? Un montón de cosas, como la vida. Y ése debe ser el encanto, porque mirá como suena Caetano al fondo, a mí me toca escribir en esta cama sucia, afuera se retuercen a gritos, como siempre; las campanas bel-bel-bel —vos las estás escuchando… Ves cómo todo es simultáneo, a la vez, promiscuo, y el orden dónde quedó, tomándose un tintico mientras pasan las fiestas. El orden no es conmigo cuando tengo tu cara al frente, afectada, con los ojos bien abiertos porque dije algo que de alguna forma te gustó, de seguir preguntando, sin querer respuestas, qué es oler a siempre, me gusta tanto eso, suena como a Eternidad, la menos triste de todas, la que también te incluye. La que dice que olés a… olés… a café, a café con un palito de plástico en la boca, y a… verde y azul. Esto es difícil. Olés a Niebla, y a Attilio, qué lindo Attilio, y se la encontraba en todos lados: ¿usted aquí en Bagdad?, pero qué coincidencia… Olés tanto a esa película. Y a Raul Paz, a piedritas mojadas, a Medellín con vos, a Medellín sin vos, a todos los lugares sin vos. Sabés, olías a mí después de abrazarte tanto… olíamos a siempre siempre… ¡Siempre!

Era eso…

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