El punto es que comenten; ustedes saben, queridos: es necesario...

miércoles, 28 de octubre de 2009

Y sólo pude decir:

Creí que podía decir algo para... Salirme un poco de todo esto. Y sólo pude decir:

Ella lee a Benedetti. La aconseja. Le habla sobre lo que yo quiero hacer. Porque si cuando él está solo dice nombres de mujeres, como buscando teñirse del rojo de esos labios, ése soy yo. Pero yo no sé cómo decirlo bien. Empiezo a juntar las palabras. Me gustaría agradarle. Van saliendo arbitrariamente, como debe ser. Sin ningún orden que nos diferencie. Pero ahí está el vacío, tanto que temía, y ya no sé qué puedo decir. Si digo: la noche, la noche…, se enredan otras cartas, otras caras que quiero igual y por ahí no hay camino, no hay donde pueda llegar. Quiero decir que… no conozco protocolos a estas artes. Tendría que ser ésa mi ventaja. Hablemos de lluvia, hay gotas en la baranda del balcón. Eso siempre le ayudó a los demás. Dalí escuchaba la lluvia y de repente pensó en su mujer. Yo pienso en el agua que cae aquí y que allá moja todas las ceras. Es la única continuidad que se me ocurre. La menos patética. No deberían preocuparme estas sombras de forma o contenido. Permanezco neutro. Pero estas cosas, como dice alguien que no recuerdo, no las hicieron para los inclasificables. No evoquemos gramáticas perfilando cartas de amor...

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