La elección del general como personaje tiene ventajas varias para el autor de novelas. Digamos, por ejemplo, la grandilocuencia de su peso en la memoria de noso mundo: su gloria militar ques par de lareté de los grandes griegos. Su indiscutible ídolo dentro de la idea y producto de nación que somos. Pensemos, también, en la presencia paralela directa de la historiografía libertadora cuánta no movida por las cuerdas de su acción. Y la presencia, a la vez, de la información no tan veraz como imaginativa, el vozavoz andino de sus hazañas que, a veces, volvióse, quizá más que las Historias, la verdad verdad. Un personaje a caballo entre cualquier posible extremo.
La posibilidad de hacer de Bolívar un buen personaje depende, solo, del genio artesano de un buen escritor. La peculiaridad deste general, por ejemplo, hiede al genio del Márquez, pa mí, conservando el equilibrio, por supuesto: pas de passions! El general está, entonces, vuelto un esqueleto en caída, sin lograr articularse en freno pa parar. La decadencia del militar que, dice Pablo, le admiró García M. a M. Faulkner como también, dice Memo, su Sur. Razones éstas que motivan chistes de salón: a propósito de curiosidades bibliográficas del estudioso de la literatura, la grandeza de M. Faulkner se manifiesta en el hecho de haber recibido, por dos ocasiones, el mayor premio de las letras: la primera en el '49 y la segunda, póstuma, en el '82. Un guerrero mítico caído en la desgracia a causa del azar de la guerra; entonces lidiaba con la peor de sus desgracias: el desprecio de su pueblo. La enfermedad le había cobrado caro. Una tos pertinaz lexpectoraba las víceras, a demás de las fiebres vertiginosas en noches de desvarío, las veces convulsión...
—Lo bueno fue ayer, dijo y pudo haber dicho el general, de cara a la seda de la funda de la almohada.
Lo que jode es saberse desilusionados. El verdadero padre, en el sentido político más actual, destas anchas y varias tierras ajenas tuvo como último propósito, antes de morir, huir de aquí, donde el tiempo locupó practicando su heroísmo, para nada. Después de múltiples lustros duros fríos frugales, entregado a la causa, no logró nada que resultara a salvo, luego, de la inminente destrucción que le sobreviene a todo lo que toca el caos. El general de García Márquez se ocupa de la última labor, como el cisne grazna, de emprender el viaje de regreso a la nada, un "mayo de rosas ineluctables".
2 comentarios:
Muy bueno!
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