
Odalisque,
es, lo verás, insólito mi mensaje. Porque, en mi caso, otros se hubieran desbordado al primer instante. No se hubieran amarrado las manos. Ni escatimarían rincón del cuello que ponerle besos. Y, aunque una noche te los puse con la boca y los quité con la nariz, aunque encontré carne roja llenándote los labios, hoy no te puedo recordar. Y, después de llevarte de la boca a la calle, despidiéndote y cerrando la puerta tras de mí, me vi en la cara contorsión de risa, ni tan fija, quizás mendaz. Y me satisfacía, cerrando los ojos. Desas noches... quhemos ido perdiendo...
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